A mí, Arturo Pérez-Reverte siempre me ha caido bien. Básicamente porque se trata de un hombre que, lejos de gustarme su forma de escribir, dice las cosas a la cara.
En esta ocasión, ha dejado de lado al llorica de Moratinos para centrarse en el eBook, el terror de los libreros. Arturo, déjame decirte que tienes más razón que un santo al admitir que, como yo, el eBook apesta. No sólo (mierda, ahora va sin guion - sí, tampoco guion se acentúa-), perdón, no solo es toda una afrenta contra una tradición casi milenaria, sino que no le veo ( y sí, buitres de la ignorancia, he probado el eBook) practicidad ni comodidad alguna. Amén de dejarse uno la vista en la pantalla del mencionado aparatejo, se pierde por completo el romanticismo de un buen libro.
¿Dónde quedarán pues los olores tan característicos de los libros? ¿Cómo podremos sustituir el placer de pasar la página y llegar con ansia al esperado final? ¿Serás capaz de deshacerte de tus viejos libros sin sentir remordimiento alguno?
Citando de nuevo a Arturo, yo también me niego a transformar mi biblioteca en un cibercafé.